domingo, 1 de agosto de 2010

Cuando el amor se acomoda en tu sofá





En muchas ocasiones el amor te pilla de manera imprevisible. Cuando menos lo esperas, te ataca, te atraviesa y poco a poco va invadiendo tu corazón. Es un gran especialista en emboscadas, las mejores trampas del mundo te las tiende, es insuperable sin duda alguna. 

Te cambia tantas cosas, empezando por la cara, se te pone de idiota, sí, porque por todo estás sonriendo, todo te hace gracia, todo es maravilloso… ¡El mundo es bello! Y repentinamente te conviertes en una fábrica de suspiros y no hablo de los dulces de pastelería, aunque podría ser comparable con lo empalagosa y lo hostigante que llegarías a ser.

Los primeros meses son todo esplendor, navegas sobre las mieles de la pasión, todo es tan perfecto, los defectos son pequeños, casi imperceptibles “¿Qué más da?, es mi media naranja, lo sé”. Se construyen castillos sobre nubes, se sueña con un futuro lleno de felicidad, se escriben poemas, todas las canciones de amor hacen que la fábrica de suspiros tenga una superproducción muy alta, más de la que desearía cualquier empresario.

Vienen las flores, los chocolates, besos apasionados sin importar quien esté mirando ¡Que les de envidia! Abrazo por aquí, abrazo por allá y el tiempo es largo en ausencia del ser amado y tan corto cuando estamos juntos.

Sí, todo muy bonito al principio, pero si algo he dicho bien, es lo de los castillos en las nubes ¡¡Se derrumban!! Con el tiempo lo imperceptible se hace visible, casi al punto de no poderlo ignorar y lo peor de todo es cuando llegas a concluir que el amor tocó a tu puerta, pero tomó tal confianza que se sentó en el sofá y allí se quedó viendo la tele o incluso en el ordenador.

Repentinamente las flores y los chocolates suben de precio; no hablo del incremento del IVA, ni de la inflación, nada de eso, están al mismo precio de antes, pero hoy resultan caras

¿Caminar de la mano?, eso ya es ocupar mucho espacio en la acera, no es que haya subido de peso, se ocupa el mismo espacio que antes, solo que a día de hoy molesta.

Los besos, ¿Qué es eso? ¿acaso es cuando te rozan los labios dos segundos cada nochevieja? .

Muchas veces con el paso del tiempo, no sé de donde sale la inmensa capacidad de volverse invisible ¡Es verdad! por mucho que vayas desnuda por casa, ni cuenta se dan, los ojos no se mueven de la pantalla ¡NUNCA! Y para qué gastar dinero en lencería, es un total desperdicio. 

No puedo dejar de mencionar como pasas de ser princesa a bruja, de ser la mujer más hermosa del mundo a ser la que más defectos tiene. Sí, cuando empiezan a salirte esos asquerosos pelillos del bigote, que no te puedes quitar con cera, ni crema alguna porque son muy pequeños ¡te los ven! ¡eso no es invisible!

Sin saber cómo ni cuándo te conviertes en una vaca, la diferencia de cuando eras perfecta es un kilo, pero no importa, hoy eres una vaca gorrrrdaaaa.

Los regalitos de perfumes como Chanel, Carolina Herrera o Calvin Klein, mejor olvidarlos, mejor es “conformarse” con el producto fregasuelos con olor a cítrico, pero ojo, que es de la marca más cara. Y que más que para esos caprichitos, te compra un ambientador con olor a rosas, así que mejor es no exigirle más.

Es entonces cuando miras tu alianza, esa argolla en tu dedo anular que empieza a verse como un grillete. Ya no eres la reina del mundo, sino la prisionera del príncipe que se convirtió en rana, o al menos es el mismo sonido que emite al eructar.

¿Ah que no tienes argolla? entonces sabrás que irás a las bodas de todos tus amigos y amigas y tu seguirás siempre igual, sin tener ese mágico día; aunque pensándolo bien y después de todo lo que he descrito ¿a quién le quedan ganas?

Claro que si vives con él, es lo mismo, con la diferencia de no haber celebrado el mágico día en que pasas a ser como lo dije antes, de princesa a bruja. Te conviertes en eso de un momento a otro y ya está.

El tiempo aquel que era corto cuando estaba junto a ti, le parece eterno y que corto se hace cuando no estás. Y la única vez que lo escuches en tono cariñoso es cuando su instinto de animal, de macho alfa cavernario, hace que se acerque hasta a ti y te diga: "Cariño, ¿Qué hay de cenar?" y después de pasar horas en la cocina preparando la cena, te diga: "Eso no me gusta, me voy a cenar al bar, hasta ahora". Es cuando tu instinto animal de fiera enfurecida e incontrolable hace que te salga de la boca un "¡Vete a la mierda!".

En fin, creo que he exagerado un poco ¿o quizá no? De alguna manera u otra, quiero decir… ¡Hombres del mundo, una mujer no se conquista una vez, ni dos, sino muchas veces! Al igual que nosotras debemos hacerlo. El amor no es una guerra que se gana, sino muchas batallas a través del tiempo, una reconquista por no dejar que esa llama se apague, hay que alimentar el amor, no dejarlo acomodar, porque se duerme y entonces no habrá remedio.